Ideogramas Reiki - Ann Love

Qué es el Reiki?

Por ANN LOVE BELLANN LOVE BELL


Reiki es la capacidad que tiene toda persona de convertirse en un canal de Energía Vital Universal.

lunes, 25 de abril de 2011

EL DESAPEGO NO ES LO MISMO QUE LA INDIFERENCIA AFECTIVA... SON DOS COSAS DIFERENTES... EL DESAPEGO ES SALUDABLE, LA INDIFERENCIA NO...


EL DESAPEGO NO ES LO MISMO QUE LA INDIFERENCIA AFECTIVA... SON DOS COSAS DIFERENTES... EL DESAPEGO ES SALUDABLE, LA INDIFERENCIA NO.

Esta entrada es una declaración de intenciones y un expresar, de forma explícita, aquello que sí quiero en mi vida:desapego. Yo me declaro afectivamente libre... ¿Y Tú?. Por eso me reafirmo en las promesas que un día me hice, a mí misma, ante la indiferencia emocional que, por supuesto, no es lo mismo que el desapego.

"Declararse afectivamente libre es promover afecto sin opresión, es distanciarse en lo perjudicial y hacer contacto en la ternura". -WALTER RISO- . Es que... ¡MeEncanta, esta cita!!!. (Y las otras, del mismo autor, que os pienso poner al final de esta entrada).

El desapego es sano.
... PERO, LA INDIFERENCIA AFECTIVA no sólo no es sana sinó que, además, ES -¡Sí, aunque no lo consideremos, por ignorancia a veces!!!- UNA FORMA PSICOLÓGICA DE VIOLENCIA, por defecto, en las relaciones interpersonales (o , como mínimo, ligereza por parte de quién la ejerce... pero, claro, es cierto que no se nos ha educado; y much@s ni lo saben) ... es distanciamiento o alejamiento total, una clara falta de desatención, que daña y raya la violencia emocional o afectiva.

Para crear inmunidad a la violencia en cualquiera de sus formas, me comprometí en su día a respetar, y utilizar, "LosTresNoes" que WALTER RISO postulaba en su libro "Ama y no sufras", sólo que yo los trasformo en "síes". Me comprometí a:

- Atender y estimar, en su justa medida, el dolor de mi pareja (¡o, seres queridos!!!.
- Proteger y resguardar a mi pareja -¡e ídem!!!- de mis propia "basura" emocional, y/o posibles expresiones no afectivas, así como potenciar sus virtudes y jamás aprovecharme de sus debilidades.
- Fomentar la afectividad, la calidez, la ternura, el contacto físico y las caricias, las atenciones, los detalles, la escucha activa y cualquier otra manifestación de interés, oral o escrita... o sea, las expresiones de afecto positivo... ¡siempre, y bajo cualquier circunstancia!!!.

Y así es como la violencia, en cualquiera de sus formas... ¡hasta en las más sutiles!!!, está excluida de MiUniversoAzul, qué lo sepáis!!!. Desapego sí, y expresiones de afecto positivo... ¡también!!!. Son incluyentes.

... Y, un poco más del tema, pues... en otro de sus libros, RISO aún lo expresa mejor...

A propósito de la indiferencia afectiva, o ese 'silencio que hace daño', os dejo aquí, hoy también, con LAS CITAS QUE MÁS ME HAN GUSTADO DEL LIBRO:
"Manual para no morir de amor" de WALTER RISO

En este caso, apunto aquí las REFERENTES A LA INDIFERENCIA AFECTIVA, para añadir a esta entrada...
...
Por estar más vinculadas a mi vida, ya que la 'indiferencia afectiva en las relaciones' es un tema que viví, y conozco en profundidad. Conozco muy bien al egocéntrico narcisita o a el psicópata desalmado -Jejeje-... y lo digo con cariño, eh, aunque fue... ¡bien cierto, y nada agradable, chic@s!!!. Los que me conocen, lo saben. Pese a ello, o precisamente por ello, me prometí a mi misma que... ¡ni yo iba a vivirlo más ni tampoco iba a hacérselo vivir a nadie!!!. La experiencia vivida me hizo maestra, tanto que pude utilizarlo, incluso con mayor destreza aún que él, de vuelta... pero no lo hice, pues soy de las que opinan, como GANDHI:

"Ojo por ojo, y el mundo se quedará ciego"...

Entonces, sin dilación, mi gran maestría sobre la indiferencia, aquella que no quise enviar de vuelta, la puse al servicio del mundo... y, ahora, vale para dar luz y abrir corazones, a expresarse y sentir... Pues, tengo claro que, tal como dice RISO:

♥ "Metafóricamente suele decirse: "Lo maté con indiferencia". Sin embargo, esta afirmación del acervo popular no es tan 'metafórica'; en mi experiencia como terapeuta puedo afirmar que la indiferencia afectiva maltrata y mata, no sólo en un sentido figurado" -WALTER RISO- ...

Y yo no quiero morir por amor, ni hacer morir, y ni mucho menos que me maten o matar... Quiero VIVIR, y hacer vivir, el amor... y, no sólo aprovechándolo, si no también... ¡gozándolo!... pues creo que infrautilizar es desperdiciar. Así que... ¿Por qué en lugar de infrautilizar no seguimos explorando hasta lograr lo que nos merecemos, hemos soñado y realmente queremos?. No hay mayor error que no hacer nada, conformarse y resignarse a lo que hay. ¡No vivamos de migajas, habiéndo panes enteros!!!♥
...

MÁS CITAS:
♥ "Los reprimidos que emulan un amor insípido, frío y distante se justifican casi siempre apelando a algún trauma lejano o 'al estilo personal'. 'Me educaron así' o 'No sé amar de otra forma'. Si la persona que amas pronuncia cualquiera de esas dos afirmaciones, tu respuesta debería ser tajante:'¡Pues reedúcate, reinvéntate o aprende, si quieres estar conmigo!'-WALTER RISO-...

♥ "Si tu pareja carece de la semántica afectiva necesaria para enriquecer el amor o si su expresión es escueta y apenas perceptible, sacúdela y que sepa que si el amor no se ve ni llega, entonces no existe o no te sirve"-WALTER RISO-

♥ "Gota a gota, igual que una tortura china, la indiferencia va acabando lenta y pesadamente con el amor. Por cada acto de indiferencia, se pierde un poco de amor y si la actitud se mantiene, el declive afectivo continuará hasta que no quede nada" -WALTER RISO-

Y UN MUY BUEN CONSEJO:
♥ NO TE ACOSTUMBRES A LA INDIFERENCIA
"Asumir la indiferencia afectiva como un hecho irreversible en tu vida es matar la humanidad que reside en ti, porque una vida disciplicente con el prójimo pierde su significado. ¿Tu pareja no se interesa por ti?. ¡Pues no te conformes!. Haz como las flores: suelta tu perfume y que el mundo se entere de tu existencia, que los demás puedan percibirte y respirarte, y que sepan que eres una persona que aún sigue emocionalmente viva y despierta. Quizá alguien quiera aspirar tu aroma... La inapetencia o la dejadez afectiva sostenida que nos mantiene la persona que amamos no corresponde a una posición política o ideológica del otro, ES UN SÍNTOMA" -WALTER RISO-

Sí, no es 'estilo', es... ¡ES PATOLOGÍA, la mayor parte de las veces!!!. Recuérdalo.

♥ "¿ESTILO O PATOLOGÍA?. Una es la 'persona introvertida' que intenta demostrar sus estados emocionales y no puede, que además sufre por ello y le gustaría salir del atolladero de la inhibición, y otra el típico 'indiferente consuetudinario' (...). El introvertido sale adelante con ayuda profesional (...). El indiferente crónico (esquizoide), el egocéntrico narcisista o el psicópata desalmado, sólo por citar algunos, se hallan en una dimensión distinta (...) Ya ves que no es igual estar en unos brazos que en otros. Si le das la mano a una persona tímida o introvertida, es muy posible que mejore y su expresión de afecto deje de ser insuficiente; pero si le das la mano a un esquizoide, un narcisista o un psicópata, te arrastrarán a sus respectivos infiernos" -WALTER RISO-

Cuentos y parábolas, para ejercitarnos. ♥ Sobre la Compasión. By Osho:


La capacidad de amor es consecuencia de un camino de profundidad y aprendizaje del alma, que te vuelve independiente y feliz, libre de apegos. Pero ser independiente no equivale a indiferencia emocional. Es una trampa avanzada del ego, para los que creen progresar en el Camino. Por eso, dicen, el Amor es la Gran Pueba. Sólo disolviendo el narcisismo y desprendiéndonos de defensas y corazas avanzamos, verdaderamente. Lo prometido es deuda, aquí el cuento Zen de Osho que, os había dicho, en mi anterior entrega, os iba a publicar; y que os he traído de mi página de comunidad de facebook ... Ahí va:


ÉSTA ES UNA HISTORIA ZEN:

... "En China existió una anciana que estuvo ayudando a un monje durante veinte años. Le construyó una choza y se ocupó de darle de comer mientras estaba meditando.

Un día la anciana decidió averiguar qué progresos había hecho el monje durante todo ese tiempo.

Consiguió la ayuda de una joven muy apasionada y le dijo: -Vete y abrázale; después le preguntas de repente: 'Y ahora, ¿qué?'.

La chica fue a ver al monje e inmediatamente empezó a acariciarle y a preguntarle si no pensaba reaccionar.
-El viejo árbol se alza en invierno sobre una roca-contestó el monje de forma poética-; no hay calidez por ninguna parte.

La chica regresó y le contó a la anciana lo que él le había dicho.

-¡Pensar que he estado dando de comer a este tipo durante veinte años -dijo la anciana, llena de ira-; no ha mostrado ninguna consideración hacia lo que tú necesitabas, ninguna disposición para justificar tu estado. No hacía falta que hubiera respondido a la pasión, pero debía haber sentido al menos algo de compasión.

Entonces se fue decidida al lugar donde vivía el monje y prendió fuego a su choza".

♥ ¿Y tú, eres como el monje... el viejo árbol que en invierno se alza sobre una roca?. Parece que sí, hay muchos a los que el frío los congela...

Chic@s, el Amor es la Gran Prueba. Ya decía Lao Tse: "Cuando el Cielo quiere salvar a un ser humano, le envía el Amor". En el camino de la meditación, el amor es la prueba. Son dos caras de una misma moneda, dice Osho, dos aspectos de la misma energía. "Si existe una, tiene que existir también la otra. Si una no existe, la otra tampoco" . La meditación no es ni concentración, ni contemplación... pues, el Zen es muy estricto con eso; ninguna es meditación, sigue siendo pensamiento. La meditación es, en cambio, un estado totalmente relajado de conciencia en el que no haces nada, nada más que disfrutar de tu propia presencia. La alegría es tu más profunda esencia, es la felicidad sin causa. Y, cuando uno está feliz sin ninguna razón, no puede guardar esa felicidad para sí solo. Se va derramando en los demás; se convierte en un compartir. En eso consiste la compasión: ES UN COMPARTIR.

La meditación consiste en estar contigo mismo, y la compasión, en el rebosar de ese estar. La misma energía que se dirigía hacia la pasión es la que se convierte en compasión... En eso consiste la compasión... La meditación consiste en estar contigo, y la compasión, en el rebosar de ese estar... La pasión es una búsqueda de felicidad; la compasión es una expresión de la felicidad. Pero es apasionada, es cálida, no fría. Todo esto nos dice Osho, y nos advierte de lo importante que es entender esta paradoja y la calidez de la compasión. La paradoja es que el meditador es fresco, no frío; fresco pero cálido, no caliente, pero acogedor, agradado, afectuoso, inclinado, interesado, atento, cariñoso, pendiente del Otro.

Y nuestro monje, el de la historia, es frío, lo que quiere decir que se ha extraviado, ha reprimido, y, como consecuencia se ha vuelto frío. Así, dice Osho, es como toda la humanidad se ha vuelto fría; la pasión ha sido reprimida en cada uno de ellos. El control se ha convertido en el valor supremo, y una persona controlada es una persona muerta.

El control surge del miedo. Si te extravías te volverás indiferente, no desapegado, si no indiferente, descuidado. Estarás viviendo al mínimo. Es lo que les ocurre a muchos meditadores, pues la Conciencia es algo muy difícil de lograr; el control, en cambio es muy fácil de conseguir pues sólo requiere cultivar hábitos. Y cultivando hábitos parecerás un buda, pero no serás más que una estatua de piedra inerte.

Si la compasión no ha surgido en ti, surgirá la apatía. Apatía significa ausencia de pasión; compasión significa transformación de la pasión. Por eso no te extrañe ver, en el mundillo este que llamamos espiritual, tantas personas realmente apáticas, aburridas, estúpidas, apagadas, cerradas, miedosas, continuamente ansiosas.

Qué eso no nos suceda a nosotros. No seas como el monje de la historia, no te conviertas en un muro de piedra. Sigue vivo, palpitante, discurriendo, fluyendo... la única muestra de progreso en la meditación es el amor, el ÚNICO criterio de tu progreso es la compasión. Si en tu vida no hay amor, ni compasión, no hay meditación, ni alegría ni felicidad. Por mucho que hables de la felicidad, si no hay interés por el Otro, si te muestras apático e indiferente, si no hablas ni te comunicas... si no muestras compasión... toda tu vida es una falacia. No hace falta que a la pasión respondas con pasión, si no es el caso, pero sí con compasión, interés y apoyo al Otro.

Nuestro monje, con su actuación, bien merecía que la anciana le quemara la choza, pues, desde mi perspectiva yo al menos la secundo, ya que claramente mostró aquello que a mi tan poco me gusta, mostró clara INDIFERENCIA AFECTIVA. Los que me conocen saben bien de lo que hablo, pues me muestro muy pesada con ello. Por eso, creo, al igual que la anciana (que debía ser tan sabia como yo -jajaja- pues la prueba que le hizo al monje así lo demuestra), que, a nuestro monje, de nada le valieron tantos años de meditación. Permaneció frío, pensando en sí mismo, sólo dijo... ¡la frase poética, que conocemos ya!!! Pero no dijo ni una palabra sobre la chica. Ni siquiera le preguntó: "¿Por qué has venido? ¿Por qué? ¿Qué es lo que te hace falta? ¿Por qué me has elegido a mí entre tanta gente. Siéntate y hablemos". Yo también le hubiera quemado la choza, Jajaja (es una manera de hablar, eh). Recordad la historia y sabed que el amor siempre piensa en el prójimo; el ego sólo piensa en sí mismo. Y da igual cómo lo vistamos, "aunque la mona se vista de seda"... ¡el ego es ego!... Y, ya sabéis el dicho: "el hábito no hace al monje".

De: Universal de corazones, al servicio de mi querido Universo.

De Castaneda: El aprendiz de brujo y la importancia personal


A continuación os transcribo un texto de Castaneda, encontrado en internet, pues MiUniverso hoy pide haga incapié en el tema de LA IMPORTANCIA PERSONAL, para aquell@s que se sienten, o les han hecho sentir, "Grandes". No podemos avanzar en el Camino mientras no nos demos cuenta de ello y hagamos por erradicar 'la importancia personal' de nuestras vidas.

En anteriores textos os he hablado de la importancia de la Compasión y de que el Amor es la 'Gran Prueba'. Hablo de la Compasión con mayúsculas, hacia los Otros y hacia 'el mundo que nos rodea', y sigo postulando lo mismo, luego os publico un cuento de Osho sobre el tema. Aquí, tenemos que distinguir, pues Castaneda nos habla de la no-compasión como deseable. Pero se refiere a la autocompasión del ego, eh, esa que nos hace sumergirnos y no salir del 'complejo de víctimas'(o de su paradójico amigo 'el complejo de salvador/a'), ese que tanto les gusta a algunos, y que es justamente lo contario de la Compasión que yo os hablo. Bueno, sin más preámbulos, ahí va el texto:

La importancia personal es el núcleo de todo lo que tiene valor en nosotros, siendo al mismo tiempo, el núcleo de toda nuestra podredumbre. Es el modo en que cada uno construye y maneja la realidad tratando de autoafirmarse y convencerse de que es real, cuando en realidad es una ilusión. La importancia personal es nuestro mayor enemigo, por culpa de ella consumimos gran parte de nuestras vidas sintiendo dolor por las ofensas de los demás. Es un terrible estorbo, por su culpa nos hacemos vulnerables. Se aparece disfrazada de autocompasión, indignación moral o tristeza virtuosa. Mientras nos sintamos lo más importante del mundo, no podremos apreciar en verdad el mundo que nos rodea. El mundo que nos rodea es un misterio y las personas no son mejores que ninguna otra cosa.

Don Juan aconsejaba que durante la formación como guerreros, había que abstenerse de emplear lo que él llamaba 'herramientas para la perpetuación del yo'. Incluía en esa categoría objetos tales como los espejos, la exhibición de títulos académicos y los álbumes de fotos con historia personal. A medida que crecemos, nos vamos involucrando de tal modo en la defensa del yo, que llega un momento en que ya no recordamos el día en que dejamos de ser auténticos y comenzamos a actuar. Para cuando un aprendiz entra al mundo de los brujos, su personalidad básica está tan formada que ya nada puede hacer por anularla y sólo le queda reírse de todo eso.

Pero, a pesar de que no es nuestra condición congénita, los brujos pueden detectar el tipo de importancia que nos concedemos a través de su ver, porque el amoldar nuestro carácter durante años produce deformaciones permanentes en el campo energético que nos rodea.

La auto importancia se alimenta de la misma clase de energía que nos permite ensoñar. Por lo tanto, perderla es la condición básica del nagualismo, pues libera para nuestro uso un excedente de energía; además, porque sin esa precaución, el sendero del guerrero podría convertirnos en unos aberrados. Eso es lo que le ha pasado a muchos aprendices: comenzaron bien, ahorrando su energía y desarrollando sus potencialidades. Pero no se dieron cuenta de que, a medida que accedían al poder, también nutrían en su interior un parásito. Si vamos a ceder a las presiones del ego, es preferible que lo hagamos como hombres comunes y corrientes, porque un brujo que se considera importante es lo más triste que hay. La importancia personal es traicionera; puede enmascararse bajo una fachada de humildad casi impecable, pues no tiene prisas. Después de toda una vida de prácticas, le basta con un mínimo descuido, un pequeño traspié y ahí está, de nuevo, como un virus que fue incubado en silencio, o como esas ranas que esperan durante años bajo la arena del desierto, y con las primeras gotas de lluvia despiertan de su letargo y se reproducen. El guerrero debe aprender a ser humilde por el camino más arduo o no tendrá la menor oportunidad frente a los dardos de lo desconocido.

La importancia personal se puede combatir de diversas maneras, pero primero hay que saber que está ahí. Si tienes un defecto y lo reconoces, ¡ya es la mitad!. Así que, ante todo, dense cuenta. Tomen una cartulina y escriban sobre ella: 'La importancia personal mata', y cuélguenla en el lugar más visible de la casa. Lean esa frase cada día, traten de recordarla en sus trabajos, mediten sobre ella. Quizá llegue el momento en que su significado penetre en su interior y se decidan a hacer algo. El darse cuenta es de por sí una gran ayuda, porque la lucha contra el yo genera su propio ímpetu. Ordinariamente, la importancia personal se alimenta de nuestros sentimientos, que pueden ir desde el deseo de caer bien y ser aceptados por los demás, hasta la petulancia y el sarcasmo. Pero su área favorita de acción es la lástima por uno mismo y por quienes nos rodean. De manera que, para acecharla, ante todo tenemos que descomponer nuestros sentimientos en sus mínimas partículas, detectando las fuentes de las cuales se nutren. Los sentimientos rara vez se presentan en forma pura. Se enmascaran. Para cazarlos como conejos, tenemos que proceder finamente, con estrategias, porque son rápidos y no se puede razonar con ellos. Comenzamos por las cosas más evidentes, como: ¿qué tan en serio me tomo? ¿Cuán apegado estoy? ¿A qué dedico mi tiempo? Estas son cosas que podemos empezar a cambiar, acumulando la suficiente energía como para liberar un poquito de atención, que a su vez nos permitirá adentrarnos más en el ejercicio. Por ejemplo, en lugar de pasar hora tras hora viendo la tele, yendo de compras o conversando con nuestros amigos sobre cosas intrascendentes, podríamos dedicar una pequeña parte de ese tiempo a hacer ejercicios físicos, a recapitular nuestra historia o bien a ir solos a un parque, quitarnos los zapatos y caminar descalzos sobre la hierba. Parece algo sencillo, pero con esas prácticas nuestro panorama sensorial se redimensiona. Recuperamos algo que siempre estuvo ahí y que habíamos dado por perdido. A partir de esos pequeños cambios, podemos analizar elementos más difíciles de detectar, en los cuales nuestra vanidad se proyecta hasta la demencia. Por ejemplo, ¿cuáles son mis convicciones? ¿Me considero inmortal? ¿Soy especial? ¿Merezco que me tomen en cuenta? Este tipo de análisis se mete en el campo de las creencias -la mera fortaleza de los sentimientos-, así que deben emprenderlo a través del silencio interno y sellando un compromiso muy ferviente con la honestidad. De otro modo, la mente saldrá con todo tipo de justificaciones.

El Nagual decía que estos ejercicios hay que hacerlos con un sentido de alarma, porque, en verdad, se trata de sobrevivir a un poderoso ataque. Dense cuenta de que la importancia personal es un veneno implacable. No nos queda tiempo, el antídoto es la urgencia. ¡Es ahora o nunca!. Una vez que hayan diseccionado sus sentimientos, deben aprender a reencauzar sus esfuerzos más allá del interés humano, hasta el sitio de la no-compasión. Para los videntes, ese sitio es un área de nuestra luminosidad tan funcional como lo es el área de la racionalidad. Podemos aprender a evaluar el mundo desde un punto de vista desapegado, tal como aprendimos, siendo niños, a juzgarlo a partir de la razón. Sólo que el desapego, como punto de enfoque, está mucho más cerca del temple del guerrero. Sin esa precaución, la revoltura emocional resultante del ejercicio de acechar a nuestra importancia puede ser tan dolorosa, que uno puede verse llevado al suicidio o la demencia. Cuando aprende a contemplar el mundo desde la no-compasión, intuyendo que detrás de toda situación que implique desgaste energético hay un universo impersonal, el aprendiz deja de ser un nudo de sentimientos y se convierte en un ser fluido. El problema de la compasión es que nos obliga a ver al mundo a través de la autoindulgencia. Un guerrero sin compasión es una persona que ha ubicado su voluntad en el centro de la frialdad y ya no se complace en el 'pobrecito de mí'. Es un individuo que no siente piedad por sus debilidades, ha aprendido a reírse de sí mismo.

Un modo de definir la importancia personal, es entendiéndola como la proyección de nuestras debilidades a través de la interacción social. Es como los gritos y actitudes prepotentes que adoptan algunos animales pequeños para disimular el hecho de que, en realidad, no tienen defensas. Somos importantes porque tenemos miedo, y cuanto más miedo, más ego. Sin embargo, y afortunadamente para los guerreros, la importancia personal tiene un punto débil, y es que depende del reconocimiento para subsistir. Es como el papalote, que necesita de una corriente de aire para subir y mantenerse en lo alto; de otro modo cae en picada y se rompe. Si no le damos importancia a la importancia, ésta se acaba. Sabiendo esto, un aprendiz renueva sus relaciones. Aprende a huir de quienes le consienten y frecuenta a aquellos a los que nada humano les importa. Busca la crítica, no la adulación. Cada cierto tiempo comienza una vida nueva, borra su historia, cambia de nombre, explora nuevas personalidades, anula la sofocante persistencia de su ego y se lleva a sí mismo a situaciones límite, en las cuales lo auténtico se ve forzado a asumir el mando. Un cazador de poder no se tiene lástima, no busca el reconocimiento ante los ojos de nadie. La no-compasión es sorpresiva. Se intenta poco a poco, durante años de presión continua, pero ocurre de golpe, como una vibración instantánea que rompe nuestro molde y nos permite mirar al mundo desde una serena sonrisa. Por primera vez en muchos años, nos sentimos libres del terrible peso de ser nosotros mismos y vemos la realidad que nos rodea. Al no tenernos lástima, podemos enfrentar con elegancia el impacto de nuestra extinción personal. La muerte es la fuerza que da al guerrero valor y moderación. Sólo mirando a través de sus ojos nos volvemos conscientes de que no somos importantes. Entonces ella viene a morar a nuestro lado y comienza a transmitirnos sus secretos. El contacto con su intrascendencia deja una marca indeleble en el carácter del aprendiz. Este comprende de una vez que toda la energía del universo está conectada. No hay un mundo de objetos que se relacionan entre sí a través de leyes físicas. Lo que existe es un panorama de emanaciones luminosas inextricablemente ligadas, en el cual podemos hacer interpretaciones en la medida que nos lo permita el poder de nuestra atención. Todas nuestras acciones cuentan, porque desencadenan aludes en el infinito. Por eso ninguna vale más que la otra, ninguna es más importante que la otra. Esa visión corta de tajo la propensión que tenemos a ser indulgentes con nosotros mismos. Al ser testigo del vínculo universal, el guerrero se hace presa de sentimientos encontrados. Por un lado, júbilo indescriptible y una reverencia suprema e impersonal hacia todo lo que existe. Por el otro, un sentido de lo inevitable y tristeza profunda, que nada tiene que ver con la autocompasión; una tristeza que viene del seno del infinito, una ráfaga de soledad que no se disipa nunca. Ese sentimiento depurado da al guerrero la sobriedad, la finura, el silencio que necesita para intentar allí donde todas las razones humanas fracasan. En tales condiciones, la importancia personal fenece por sí misma.