sábado, 12 de febrero de 2011

Abrazando la paradoja, por OSHO...


Abrazando la paradoja, por OSHO:


"Es maravilloso estar solo; también es maravilloso estar enamorado, estar con otras personas. Además, son cosas complementarias, no contradictorias. Cuando estés disfrutando de los demás, disfruta y disfruta al máximo; no tienes por qué preocuparte por la soledad. Cuando estés harto de los demás, entonces encamínate hacia la soledad y disfruta de ella al máximo.


No trates de elegir; si tratas de elegir te encontrarás con problemas. Cada elección producirá una división en ti, una especie de desgarro. ¿Qué necesidad hay de elegir?. Si puedes tener ambas cosas, ¿por qué tener sólo una?.



Todas mis enseñanzas se pueden resumir en dos palabras: "meditación" y "amor". Medita de manera que puedas sentir el inmenso silencio, y ama de forma que tu vida se convierta en una canción, en una danza, en una celebración. Tendrás que vivir entre ambas cosas y, si puedes pasar fácilmente de una a otra, si puedes cambiar sin esfuerzo, habrás aprendido lo más importante de la vida"



...

EN EL TRANSCURSO DE LOS SIGLOS, éste ha sido uno de los problemas más importantes: la meditación y el amor, la soledad y la relación, el sexo y el silencio. El problema es uno; sólo cambian los nombres. En el transcurso de los siglos, el hombre ha sufrido mucho porque no se ha entendido el problema correctamente; la gente ha elegido.



Aquellos que han elegido la relación son llamados mundanos, y aquellos que han elegido la soledad son llamados monjes, los ultramundanos. Sin embargo, ambos sufren, porque están divididos, y estar dividido quiere decir ser infeliz.(...)



Es como si una montaña decidiera que no quiere tener valles a su alrededor. Sin valles, la montaña no puede existir. Los valles son parte de la esencia de la montaña; la montaña no puede existir sin valles; ambas cosas se complementan. (...) De hecho, montaña y valle son una misma cosa. Lo mismo ocurre con el amor y la meditación; lo mismo ocurre con la relación y la soledad. La montaña de la soledad se alza solamente en los valles de la relación.



En realidad, sólo serás capaz de disfrutar de la soledad si puedes disfrutar de la relación. Es la relación la que crea la necesidad de la soledad; es algo cíclico. Cuando has tenido una relación profunda con alguien, surge una gran necesidad de estar solo. Te empiezas a sentir (...) felizmente agotado, dichosamente cansado, pero toda excitación es agotadora. Fue maravilloso relacionarse, pero ahora te gustaría pasar a la soledad de modo que puedas reunirte contigo mismo otra vez (...) En el amor pasaste al ser de la otra persona, perdiste contacto con tu propio ser. Quedaste ahogado, embriagado. Ahora necesitarás encontrarte a ti mismo de nuevo. Sin embargo, cuando estás solo, estás creando de nuevo una necesidad de amor. Pronto estarás tan lleno que querrás compartir, estarás tan rebosante que querrás alguien en quien derramarte, alguien a quien darte.



El amor surge de la soledad. La soledad te hace estar rebosante, el amor recibe tus dones. (...) Es algo cíclico.



La mayor y más peligrosa estupidez que ha sufrido el hombre ha sido considerar estas dos experiencias como algo separado. Hay algunas personas que se vuelven mundanas; están agotadas, exhaustas, vacías. (...) No saben quiénes son; no se cruzan nunca con ellos mismos.(...)



También hay monjes que han elegido la otra mitad (...). El monje es una persona que ha elegido estar solo; pero pronto estará repleto, maduro y no sabrá dónde derramarse (...) no puede permitirse el amor (...). Así que sus energías se empiezan a agriar. Toda energía que cesa de fluir se vuelve amarga. (...) Siempre que hay algo de energía y no puede salir por ningún lado, se agria. Se vuelve amarga, se vuelve triste, se vuelve fea. En vez de proporcionarte totalidad y salud te hace enfermar (...) Es como una música que no incluyera el silencio: sería sólo ruido, horrible, te pondría enfermo.



La mejor música es aquella que sintetiza sonido y silencio. Cuanto mejor sintetizadas estén ambas cosas, más profunda será la música. El sonido crea silencio y el silencio crea receptividad para recibir el sonido, y así sucesivamente.(...)



Es una batalla antigua; además, estúpida, totalmente estúpida, así que, por favor, ten cuidado: no provoques ninguna batalla entre el sexo y el silencio. Si provocas una batalla, tu sexo será feo, enfermo y tu silencio será aburrido y muerto. Permite que el sexo y el silencio se encuentren y se unan. De hecho, los mejores momentos de silencio son aquellos que van seguidos de amor, de gran amor, de cumbres de amor. Y los momentos cumbre de amor siempre van seguidos de grandes momentos de silencio y soledad. La meditación conduce al amor; el amor conduce a la meditación. Son compañeros: es imposible dividirlos (...) Es cuestión de entendimiento, de ver que son indivisibles (...) ¡Son una misma cosa!. Dos caras de la misma moneda. (...) En el momento que eliges, pierdes algo. Elijas lo que elijas, vas a salir perdiendo.



Yo, en cambio, te digo: no elijas. Yo te digo: vive ambas cosas en su unidad. Por supuesto, el hecho de vivir las dos cosas requiere mucho arte. Es muy sencillo elegir y estar apegado a una cosa. Cualquier idiota lo puede hacer; de hecho, sólo lo hacen los idiotas. Unos cuantos idiotas han elegido ser mundanos y otros cuantos idiotas han elegido ser extramundanos. Al hombre inteligente le gustarán ambas cosas (...)



Estate alerta, consciente, sé inteligente. Descubre cuál es el ritmo y muévete a ese ritmo sin hacer ninguna elección. Permanece consciente sin hacer ninguna elección. Descubre ambos extremos. Superficialmente parecen opuestos, contradictorios, pero no lo son. En lo más profundo hay una complementariedad. Es el mismo péndulo que se mueve de derecha a izquierda. No trates de pararlo a la izquierda o a la derecha; si lo paras, habrás destruido el reloj. Eso es lo que has estado haciendo hasta ahora.



Acepta la vida en todas las dimensiones.

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Aplicando esto a las relaciones: "Hay que enseñar a las personas que nadie es capaz de amar durante venticuatro horas al día; hace falta tener periodos de descanso. Además, nadie puede amar obligado. El amor es un fenómeno espontáneo: cuando surgre, surge, y cuando no surge, no surge. No hay nada que hacer. Si HACES algo crearás un pseudofenómeno, una actuación.



Los amantes auténticos, los amantes inteligentes se alertarán el uno al otro de lo que ocurre: "Cuando quiero estar solo no quiere decir que te esté rechazando. De hecho, gracias a tu amor puedo estar solo" (...) Esto es inteligencia.



Normalmente piensas que has sido rechazado. Te acercas a tu mujer y, si ella no quiere estar contigo, o no está muy cariñosa, te sientes realmente rechazado. Tu ego se siente herido. El ego no es algo muy inteligente; todos los egos son idiotas. La inteligencia no conoce el ego; la inteligencia simplemente observa el fenómeno e intenta entender por qué la mujer no quiere estar contigo. No es que te esté rechazando; sabes bien que te ha amado mucho, que te ama mucho, pero en este momento quiere estar sola. (...) si el hombre quiere estar solo, la mujer no pensará. "Ya no le intereso, quizás le guste otra mujer". Una mujer inteligente dejará al hombre solo para que pueda reunir de nuevo su ser, para que pueda tener de nuevo energía que compartir. Este ritmo es como el día y la noche, como el invierno y el verano; sigue cambiando.



Si las dos personas sois realmente respetuosas -y el amor es siempre respetuoso, reverencia a la otra persona; es un estado de adoración, de oración-, entonces, poco a poco, entenderás cada vez más a la otra persona y serás consciente de su ritmo y de tu propio ritmo. Y pronto descubrirás que, como consecuencia del amor, como consecuencia del respeto, vuestros ritmos se van acoplando. Cuando tú te sientes cariñoso, ella se siente cariñosa; la situación se va asentando. Se va asentando por sí sola; es una sincronía.(...)



Si la mujer está triste, puede que no lo diga, pero el hombre se da cuenta y la deja sola. Si el hombre está triste, la mujer se da cuenta y lo deja solo; encuentra cualquier excusa para dejarle solo. Los estúpidos hacen precisamente todo lo contrario. No dejan nunca a la otra persona sola; están siempre junto a ella, mareándola y aburriéndola sin dejar ningún espacio para que la otra sea.



El amor da libertad y ayuda a la otra persona a ser ella misma. El amor es un fenómeno realmente paradójico. Por un lado, os hace que seáis un alma dentro de dos cuerpos; por otro lado, os da individualidad, singularidad. Os ayuda a abandonar vuestros pequeños seres, pero, a la vez, os ayuda a alcanzar el ser supremo. De esta manera, desaparecen las dificultades: el amor y la meditación son como alas que se equilibran la una a la otra. a través de los dos, creces; a través de los dos, alcanzas la plenitud".