Enamorarse es fácil pero permanecer enamorado lleva trabajo. Thich
Nhat Hanh nos ofrece consejos de cómo cultivar una relación para que sea
sólida y amorosa.
Thich
Nhat Hanh
Comprometerse con otra persona es embarcarse en toda una aventura. No
existe la “persona ideal” que te lo hará más fácil. Has de ser muy sabio
y paciente para mantener vivo tu amor, y que dure por mucho tiempo.
El primer año de relación comprometida revela lo difícil que esta es. Al
principio cuando te comprometes con alguien la imagen que tienes de esa
persona es preciosa. Realmente te comprometes con esa imagen en lugar
de con la persona en si. Cuando convives veinticuatro horas al día
comienzas a descubrir que la realidad de esta persona no se corresponde
demasiado con la imagen que tienes de él o ella, y a veces te
desilusionas.
Al comienzo de la relación eres muy apasionado, pero esta pasión puede
durar poco tiempo –quizás seis meses, un año o dos. Luego si no eres
hábil, si no practicas mindfulness (atención plena) concentración y
percepción, nacerá el sufrimiento en ti y en tu pareja y puede entonces,
que al ver a otra persona pienses que serías más feliz con él o ella.
En Vietnam hay un dicho: “Parado en la cima de una montaña y mirando la
cima de otra, pensarás seguramente que deberías estar sobre la otra
cima.”
Cuando nos comprometemos con una pareja ya sea en ceremonia o de forma
privada, generalmente es debido a que creemos y queremos que podemos ser
fieles y dignos de confianza para nuestra pareja el resto de nuestras
vidas. Este es un desafío que requiere una práctica sólida y
consistente. Muchos de nosotros no tenemos ningún modelo de lealtad y
fidelidad a nuestro alrededor. El promedio de divorcio en U.S es del 50%
y para parejas comprometidas sin matrimonio, es similar o incluso
superior.
Tenemos la tendencia a compararnos con otros y preguntarnos si tenemos
suficiente para ofrecer en una relación. Muchos de nosotros no nos
sentimos merecedores. Tenemos sed de verdad, bondad, compasión, belleza
espiritual y estamos seguros de que estas cosas no existen en nosotros,
así que vamos buscando fuera. A veces pensamos que encontraremos la
persona ideal que encarnará todo lo que es bueno, bello y verdadero.
Esta persona puede ser una pareja romántica, un amigo, o un maestro
espiritual. Vemos todo lo bueno en esta persona y nos enamoramos.
Después de un tiempo, generalmente descubrimos que teníamos una
percepción equivocada de esta persona, y nos desencantamos.
La belleza y la bondad están en cada uno de nosotros. Un verdadero
compañero espiritual es alguien que te alienta a mirar profundamente en
tu interior para encontrar la belleza y el amor que estás buscando. Un
verdadero maestro es alguien que te ayuda a descubrir el maestro en tu
interior.
Echar Raíces Profundas
Para mantener el compromiso con nuestra pareja y aguantar las tormentas
más difíciles, necesitamos raíces poderosas. Si esperamos hasta que haya
problemas con nuestra pareja para intentar resolverlos, no habremos
construido raíces lo suficientemente fuertes para resistir el asalto. A
menudo pensamos que somos equilibrados cuando en realidad este
equilibrio es frágil. Solo necesitamos que sople un poco de viento en la
punta de nuestras ramas para derrumbarnos. Un enebro tiene sus raíces
plantadas profundamente en el corazón de la tierra y como resultado de
esto es sólido y fuerte. Hay algunos árboles que parecen ser muy firmes,
pero solo necesitan una dura tormenta para venirse abajo, sin embargo
los árboles resistentes permanecen firmes en una gran tormenta porque
sus raíces son profundas.
La Primera Raíz: La Fe
Pensamos que cuando nos comprometemos con otra persona necesitamos tener
fe en esta persona para confiar que es merecedora de nuestro
compromiso. Pero realmente la otra persona es alguien con dudas y
firmezas como cualquier otra. Si colocamos nuestra fe en un dios o una
diosa, entonces quizás más tarde perdamos esta fe. Si tenemos fe en una
persona puede que también perdamos la fe en ella. Deberíamos tener fe en
algo más constante y duradero. Necesitamos tener fe en nosotros mismo y
en nuestro Buda interior.
Cuando vemos gente que tiene la capacidad de generar felicidad, nos da
fe en nuestra naturaleza de Buda. Esta fe no es teoría; es una realidad.
Podemos mirar a nuestro alrededor y ver que una persona que vive con
felicidad y compasión tiene la capacidad de hacer felices a otros.
Alguien que no tiene la capacidad de comprender y amar sufre, y causa
sufrimiento en los demás.
En el Sutra Kalama hay un pasaje donde una persona joven la dice al
Buda, “Hay muchos maestros espirituales que nos visitan. Muchos de ellos
también dicen que su camino es el camino verdadero. ¡No sabemos a quien
deberíamos seguir! ¡Por favor Buda enséñanos que deberíamos hacer!”
El Buda contestó, “No tengáis fe en algo solo porque lo haya dicho un
maestro espiritual famoso. No tengáis fe en algo solo porque lo dicen
las escrituras. No tengáis fe en algo solo porque todo el mundo cree en
ello. No tengáis fe en algo solo porque se ha convertido en costumbre.
Una vez oído algo, deberíamos examinarlo profundamente, comprenderlo y
aplicarlo. Si cuando lo aplicamos obtenemos resultados entonces podemos
tener fe en ello. Si no aporta resultados, entonces no deberíamos tener
fe solo porque lo dicen las escrituras, porque es costumbre, o porque
que quien lo ha dicho es un maestro espiritual.”
La Segunda Raíz: La Práctica
No importa cuanto queramos comprometernos a una relación sana; hay
demasiados mensajes externos empujándonos a ir detrás de nuestros
anhelos. Estamos llenos de demasiados hábitos viejos. Si no practicamos
mindfulness, nuestros anhelos y deseos sensuales nos abrumarán. La
felicidad se construirá con nuestra concentración, percepción y
mindfulness. Cada vez que practicamos meditación sentada, meditación
caminando, atención de la respiración, habla amorosa, escucha profunda, o
cualquier otra práctica de mindfulness, nuestras raíces se hacen más
profundas y fuertes y alcanzamos mayor solidez y fortaleza.
Si practicamos la respiración conciente, podemos calmar los trastornos,
las confusiones y pesares de nuestra mente siempre que aparezcan. Si al
principio nuestra práctica no es exitosa, debemos continuar hasta ver
resultados. Cuando vemos que la práctica funciona, lentamente nuestra fe
en ella crecerá. Nuestra fe debe estar siempre basada en evidencias
empíricas. No creemos en algo solo porque ha sido repetido muchas veces
por otros.
La Tercera Raíz: Apoyo Comunitario
En una relación en la cual tú y tu pareja compartís el mismo tipo de
aspiraciones os volvéis uno, y juntos os convertís en un instrumento de
amor y paz. Cualquier cosa que hacéis lo hacéis juntos puesto que sois
una comunidad, una shanga de dos personas, o tres o cuatro personas, o
cien, que tenéis fe en lo mismo: que tenéis la capacidad de entenderos
mejor, de amar mejor, y de tener más felicidad.
La primera cosa que hizo Buda después de su iluminación fue buscar
compañeros practicantes para poder construir una shanga. No podemos
encontrar felicidad a menos que tengamos un refugio. Yo vivo en una
comunidad de monjes, monjas y gente laica en el Centro de Práctica de
Meditación de Plung Village en el sudoeste de Francia. Mi comunidad es
mi verdadero hogar.
Incluso si solo sois dos personas y os nutrís el uno al otro alegre y
atentamente, entonces ya tienes una shanga, una comunidad conciente. Si
tu familia tiene solo dos personas es la shanga más pequeña. Si tienes
un hijo entonces tienes tres miembros de la shanga. Si vives con más
gente tienes una shanga de cuatro, cinco o más. Tu familia es tu casa,
tu refugio.
Con la fe en nuestra comunidad de dos o más podemos ir a cualquier
parte. La shanga es como la tierra puede absorber mucho y puede sostener
tales raíces profundas y estas raíces pueden alcanzar a toda la
comunidad. Cuando nuestras raíces penetran profundamente en la shanga,
estas raíces comienzan a traer nutrientes del cuerpo de la shanga para
incrementar nuestra propia fuerza y mantenernos rectos.
Cuando las tres raíces de la fe, la práctica y el soporte comunitario
nos han alimentado profundamente, entonces seremos sólidos tanto en
nuestra relación como estando solos. No solo sobreviviremos, sino que
floreceremos. Ninguna tormenta por fuerte que sea podrá tumbarnos. A
menudo en nuestra vida diaria estamos solo enfocados en la
supervivencia. Pero la fidelidad no es una cuestión de supervivencia,
sino de vitalidad.
Dos Jardines
Tienes dos jardines, el tuyo y el de tu amad@. Primero tienes que cuidar
tu propio jardín y dominar el arte de la jardinería. En cada uno de
nosotros hay flores y basura. La basura es la ira, el miedo, la
discriminación, y los celos dentro de nosotros. Si riegas la basura
estarás reforzando las semillas negativas. Si riegas las flores de la
compasión, la comprensión y el amor, estarás reforzando las semillas
positivas. Lo que hagas crecer está en tus manos.
Si no sabes como practicar el riego selectivo en tu propio jardín,
entonces no tendrás suficiente sabiduría para ayudar a regar las flores
en el jardín de tu amad@. Al cultivar bien tu jardín, también estás
ayudando a cultivar el de ellos.
Incluso una sola semana de práctica puede hacer una gran diferencia.
Puedes hacerlo. Cada vez que practicamos caminar atentamente poniendo la
mente y el cuerpo en cada paso, nos estamos haciendo cargo de nuestra
situación.
Cada vez que inspiras y sabes que estás inspirando, casa vez que sueltas
la respiración y sonríes a la exhalación, eres tu mismo, eres más tu
propio maestro, y eres el jardinero en tu propio jardín. Confiamos en ti
para que cuides de tu jardín, así podrás ayudar a tu amad@ a cuidar el
suyo.
Si tienes una relación difícil y quieres hacer las paces con la otra
persona, tienes que volver a tu casa, a ti mismo. Volver a tu jardín y
cultivar las flores de la paz, la compasión, la comprensión y la
alegría. Solo entonces serás capaz de ir a ver a tu pareja y ser
paciente y compasivo.
Cuando nos comprometemos con otra persona, hacemos la promesa de crecer
juntos, compartir los frutos y progresos de la práctica. Es nuestra
responsabilidad cuidar el uno del otro. Cada vez que la otra persona
hace algo en la dirección del crecimiento y del cambio, deberíamos
mostrar nuestra apreciación.
Si has estado junto a tu pareja por algunos años, puedes tener la
impresión de que sabes todo sobre esa persona. Pero esto no es verdad.
Los científicos pueden estudiar una mota de polvo por años, y continúan
sin proclamar conocer todo acerca de ella. Si una mota de polvo es tan
compleja ¿Cómo podrías saber todo acerca de otra persona? Tu pareja
necesita de tu atención y de que riegues sus semillas positivas. Sin
esta atención tu relación se marchitará.
Tenemos que aprender el arte de crear felicidad. Si durante tu infancia
viste a tus padres hacer cosas que creaban felicidad en la familia,
entonces ya sabes como hacerlo. Pero mucho de nosotros no hemos tenido
estos modelos de roles. El problema no es de estar equivocado o
acertado, sino de ser más o menos hábil. Vivir juntos es un arte.
Incluso con un montón de buena voluntad podemos continuar haciendo
infeliz a la otra persona. Mindfulness (atención plena) es la brocha en
el arte de la felicidad. Cuando estamos atentos, somos más artistas, y
la felicidad crece.
Nuestra Verdadera Casa
Todos buscamos un sitio en donde sentirnos a salvo y confortables, una
casa donde podamos ser realmente nosotros mismos. Cuando nos volvemos
más hábiles en mindfulness y establecemos las raíces de la fidelidad,
nos podemos relajar realmente con nuestro compañer@. Toda la inquietud y
la búsqueda interior se disipan cuando encontramos nuestra verdadera
casa.
Nuestro hogar verdadero está dentro. Cuando miramos profunda y
honestamente en nuestro propio sufrimiento, energías y visiones,
encontramos una paz que viene de sentirnos confortables en nuestro
propio cuerpo. Pero nuestra verdadera casa no solo está dentro de
nosotros. Una vez que nos encontramos confortables con nosotros mismos,
entonces podemos comenzar a escuchar profundamente el sufrimiento de
nuestros amad@s, y comenzar a comprender sus experiencias y visiones.
Entonces nos podemos convertir en una casa verdadera el uno para el
otro. En Vietnam cada persona de una pareja casada le llama al otro su
“casa.” Cuando a un hombre se le pregunta ¿Dónde está tu esposa? Te
puede contestar “Mi casa está en la Oficina de Correo.” Si alguien le
pregunta a una mujer como consiguió algo, ella podría decir “Lo hizo mi
casa.” Cuando un marido llama a su mujer, dice “¡¿Dónde estás mi casa?!”
y ella responde “¡Estoy aquí!
Si practicamos mindfulness no habrá conflictos entre la verdadera casa
interior y la verdadera casa que hemos creado con nuestra pareja. No hay
discriminación, ni ansias. En nuestra casa verdadera compartida solo
hay relajación, liberación y alegría.
Los Cuatro Elementos del Amor Verdadero
El amor verdadero nos hace felices. Si el amor no nos hace felices, entonces no es amor; es otra cosa.
La palabra amor tiene muchos significados. Decimos que amamos los
helados, o unos pantalones, o cierta película. Hemos abusado de esta
palabra y tenemos que sanarla. Las palabras se pueden enfermar y perder
su significado. Tenemos que desintoxicar la palabra y hacerla sana de
nuevo.
El verdadero amor está hecho de
maitri (bondad amorosa),
karuna (compasión),
mudita (alegría), y
upeksha
(ecuanimidad y no-discriminación). El amor verdadero trae alegría y paz
y alivia el sufrimiento. No necesitas de otra persona para practicar
amor. Practica amor sobre ti mismo. Cuando tengas éxito, amar a otra
persona se volverá muy natural. Tu amor será como una lámpara que
brilla; hará feliz a mucha, mucha gente.
El espíritu santo está hecho de mindfulness, concentración y percepción.
Cuando practicas las cuatro cualidades del amor verdadero, tu amor es
sanador y transformador, y tiene el elemento de la santidad en él. La
intimidad sexual se vuelve algo muy bonito. El amor es una cosa
maravillosa. Te da la capacidad de ofrecer alegría y felicidad, aliviar
el sufrimiento, y trascender todo tipo de barreras y separaciones
Bondad amorosa
Maitri o bondad amorosa, es el primer elemento del amor. La palabra
maitri viene del Sánscrito
mitra,
que significa amigo. Así que amor es amistad, y esta amistad traerá
felicidad. De otro modo ¿Cuál sería la utilidad de la amistad? Ser amigo
significa ofrecer felicidad. Si el amor no ofrece felicidad, si hace
llorar a la otra persona todo el tiempo, entonces no es amor; no es
maitri; es lo opuesto.
Maitri es la capacidad de ofrecer felicidad, el verdadero amor requiere
de este elemento. Amor no solo significa amor por otra persona. Amarse a
uno mismo es la base para amar a otra persona. Si no sabes como amarte y
ofrecerte felicidad, ¿Cómo puedes amar y ofrecer felicidad a otra
persona? Si no sabes nada de la felicidad ¿Cómo puedes ofrecerla? Así
que vive de un modo que te traiga felicidad y alegría, y entonces serás
capaz de ofrecérsela a otra persona.
Sabemos que la felicidad tiene algo que ver con el sufrimiento. Si no
comprendemos el sufrimiento no podemos saber lo que es la felicidad.
Comprender el sufrimiento es la base de la felicidad. Si no sabes como
manejar un sentimiento doloroso en ti, ¿Cómo podrás ayudar a otra
persona a hacerlo? Así que amarse a uno mismo es crucial para amar a
otra persona. Una relación exitosa depende de que reconozcamos nuestras
propias emociones y sentimientos dolorosos dentro –no luchar con ellas,
aceptarlas, abrazarlas y transformarlas para lograr alivio.
Compasión
El segundo elemento del amor es
karuna, o compasión. Karuna es la
capacidad de aliviar el sufrimiento –eliminar y transformar el
sufrimiento. Cuando alguien que amas sufre, te sientes motivado de hacer
algo para ayudar. Pero si no eres capaz de manejar el sufrimiento en ti
mismo, ¿Cómo vas a poder ayudar a la otra persona a manejar el suyo?
Primero tenemos que ser capaces de manejar el sufrimiento en nosotros
mismos. Siempre que una emoción o sentimiento doloroso surja, deberíamos
ser capaces de estar presentes con este –no luchar con él, sino
reconocerlo.
Podemos aprender como abrazar y aceptar el sufrimiento y usar
mindfulness, concentración y percepción para comprender su naturaleza.
Entonces encontraremos alivio. Las enseñanzas de Buda son muy claras y
concretas. No solo nos dice que tenemos que amar, sino que nos dice como
tenemos que amar. No solo nos dice que podemos transformar nuestro
sufrimiento; nos dice exactamente como podemos hacerlo –paso a paso.
No solo necesitamos reconocer el sufrimiento, el dolor y las
dificultades dentro de nosotros, necesitamos dedicar tiempo para lidiar
con ellos y transformarlos. Usar la concentración y la atención plena
(mindfulness) puede nutrir nuestro propio sentimiento de alegría y
felicidad. Si conocemos el arte de la liberación, el arte de la atención
conciente o plena (mindfulness), concentración y percepción, entonces
podemos traer sentimientos de alegría, y felicidad en cualquier
momento.
La palabra compasión no refleja suficientemente el verdadero significado
de karuna. El prefijo ‘com’ significa “juntos” y pasión significa
“sufrir.” Así que ser compasivo significa sufrir junto con la otra
persona. Pero karuna no requiere sufrimiento. Karuna es la capacidad
para aliviar el sufrimiento. Es la capacidad para aliviar el sufrimiento
en ti y en la otra persona. Cuando conoces la práctica de la
respiración atenta o conciente: de sostener con ternura tu dolor y tu
pesar; o mirar profundamente en la naturaleza del sufrimiento; entonces
puedes transformar este sufrimiento y traer alivio. No tienes que sufrir
y no tienes que sufrir con la otra persona. Ambos podéis practicar de
este modo. Supón que eres un médico compasivo.
Cuando un paciente viene
y se queja de dolor y miedo, incluso un buen doctor no tiene por que
sufrir con esta persona para ser amable con el o ella.
Tenemos que distinguir entre la voluntad de amar y la capacidad de amor.
Puedes estar motivado por la voluntad de amar, pero si solo es
motivación, la otra persona sufrirá. Así que la voluntad de amar no es
todavía amor. Muchos padres aman a sus niños y aún así, les hacen sufrir
enormemente en nombre del amor, ya que a menudo no son capaces de
comprender el sufrimiento, las dificultades, esperanzas y aspiraciones
de sus hijos. Tenemos que preguntarnos a nosotros mismos “¿Estoy amando
realmente a la otra persona comprendiéndola, o solo estoy
proygeneralmenteectando mis propias necesidades?”
Amor no significa solamente la intención o voluntad de hacer a alguien
feliz, sino la capacidad de conseguirlo. Esta capacidad para amar es
algo que tienes que aprender y cultivar. Mira dentro de ti mismo y
reconoce el sufrimiento en tu interior. Si reconoces, abrazas, y
transformas tus sufrimientos y dificultades, entonces te estás amando a
ti mismo. Basándote en esta experiencia tendrás éxito ayudando a otra
persona a hacer lo mismo, trayendo un sentimiento de alegría y
felicidad.
Alegría
Alegría o
mudita, es el tercer elemento del verdadero amor. El
amor debería traernos alegría porque si solo trae lágrimas ¿Por qué
deberíamos amar? Si te proporcionas a ti mismo alegría, sabrás como
traerle alegría a tu pareja y al mundo.
Mudita ha sido traducido como regocijo o alegría altruista o solidaria.
No me gusta esta traducción porque si no tienes alegría, no puedes
ofrecer alegría. La alegría es para ti pero también para mí. Un
verdadero practicante sabe como traer alegría sobre si mismo. No
necesitamos hablar de alegría altruista. Alegría es solo alegría. Si
estás realmente alegre y tu alegría es sana, entonces esto beneficia a
otra gente. Si no eres alegre, ni fresco, ni sonriente, entonces esto no
beneficia a nadie. Si estás invadido por la alegría y la frescura
nosotros sacamos provecho de ti incluso sin que hagas nada.
Ecuanimidad
El cuarto elemento del amor es
upeksha, o ecuanimidad y
no-discriminación. Esta es la base del verdadero amor. En el amor
verdadero no hay distinciones entre el que ama y el que es amado. Tu
sufrimiento es mi sufrimiento. Mi felicidad es tu felicidad. Amante y
amado son uno. Ya no hay barreras. El verdadero amor tiene el elemento
de abolir el yo. La felicidad ya no es una cuestión individual. El
sufrimiento tampoco es una cuestión individual. Ya no hay distinciones
entre nosotros.
Otra forma de traducir upeksha es inclusión o globalidad. En el
verdadero amor no excluyes a nadie. Si tu amor es amor verdadero,
beneficiará no solo a los humanos, sino también a los animales, plantas y
minerales. Cuando amas a una persona es una oportunidad para amar a
todos y cada uno de los seres. Pero si amas a alguien y te enganchas en
el sufrimiento y el apego, entonces te desconectas de los demás. Esto no
es amor verdadero.
El regalo más inmenso que la atención plena puede traernos es la
sabiduría de la no discriminación. Nosotros no somos nobles por
nacimiento. Somos nobles solo por la virtud de la forma en que pensamos,
hablamos y actuamos. La persona que practica el verdadero amor tiene la
sabiduría de la no-discriminación y este se delata en todas sus
acciones. No discriminas entre tu, tu pareja, los demás, y todos los
seres sintientes. Tu corazón se ha hecho muy grande y tu amor no conoce
obstáculos.
Cultivar los cuatro elementos del amor verdadero –bondad amorosa,
compasión, alegría y ecuanimidad- es el secreto para nutrir una profunda
y sana relación. Cuando practiques con estos elementos regularmente,
podrás manejar las dificultades en tus relaciones y transformar el
sufrimiento que sientes dentro. Te volverás como un Buda. Amarás a todo
el mundo y a todas las especies. Entonces tu presencia en el mundo se
vuelve muy importante, porque tu presencia es la presencia del amor.
(De Fidelidad de Thich Nhat Hahn 2011)
Artículo Publicado en la Revista Buddhadharma (Otoño del 2011)
Traducido al castellano por Edgardo Polla. De la web "edgardoterapiameditacion".
Con Amor.
Y en Servicio.
Ann Love Bell
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