HOY ME RECOLOCO LA CORONA Y TE REGALO UN CUENTO, AMOR...
Primero, la corona:
E IGUAL AL REVÉS. SE ES 'REY' o 'REINA' Cuando haces un acto de amor hacia ti mism@. Y mira que digo acto, eh. En el verdadero amor se requiere CORAJE. ES DECIR ACTUAR EN PRO DE ÉL, DEL AMOR VERDADERO ALLÁ DONDE ESTÉ. Moverte hacia él y no sólo hablar y hablar... Y dar 'excusas de PERDEDOR', o alentar desde la barrera aprobando la faena de el/la otr@ CON UN SIMPLE gesto (por muy 'noble' que este sea) y una sonrisa PERO sin MOJARSE , como en el cuento.
Sin Cor(Corazón, con mayúsculas)_aje NO HAY AMOR, hay comodidad y deseo, pero no amor del bueno." -Ann Love Bell-
Te regalo un cuento, Amor. Va para ti, Príncipe. Tú que tantas candidatas tienes en tu reino-muro intercibernáutico, y que desde el palco sonríes y haces gestos de aprobación. Tú que tienes a tu plebeya, o plebeyas, que ni un sólo día ha desfallecido en el intento de querer llegar a ti, para querer llegar a REINAR JUNT@S, EN EL VERDADERO AMOR. Tú que, cómodamente, desde el palco alentas. Tú que te crees un futuro rey, y das lindos discursos que no cumples. Has de saber que, claro, para ser REY (O REINA) DEL AMOR VERDADERO, un@, además de sonreír y hacer gestos desde lejos, o recitar como los curas desde el palco, precisa mojarse y actuar. Precisa actuar tal como la plebeya para convertirse en reina de verdad, con un rey de verdad; y no un 'príncipe' de los que jamás llegará a rey, ni REINAR, VERDADERA(con poca)MENTE (y mucho más Instinto, y aún más aún Corazón), EN SUS VIDAS; EN LA DE AMB@S.
Y ES QUE... NO TOD@S L@S QUE PARECEN BELL@S PRÍNCIPES, O PRINCESAS, LO SON.... NI TOD@S LOS QUE PARECEN 'POBRES', O MENDIG@S PLEBEY@S COMO EN EL CUENTO, LO SON TAMPOCO.
Bueno... Y, con tanto preámbulo, me estoy olvidando de tu regalo, Amor.
Ahí va, el cuento. Y te añadiré más versiones. Para que no sólo una sea la versión que mande.
Cuentan que un bello príncipe estaba buscando consorte. Aristócratas y adineradas señoritas habían llegado de todas partes para ofrecer sus maravillosos regalos; joyas, tierras, ejércitos y tronos conformaban los obsequios para conquistar a tan especial criatura.
Entre las candidatas se encontraba una joven plebeya, que no tenía más riquezas que amor y perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, le dijo:
- "Príncipe, te he amado toda mi vida. Como soy una mujer pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor: estaré cien días sentada bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia, y sin más ropas que las que llevo puestas. Ésa es mi dote".El príncipe, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar y le dijo a la joven plebeya:
- "Tendrás tu oportunidad: si pasas la prueba, me desposarás".Así pasaron las horas y los días. La pretendienta estuvo sentada, soportando los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amado, la valiente vasalla siguió firme en su empeño, sin desfallecer un momento. De vez en cuando, la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura del príncipe, el cual con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas. Incluso algunos optimistas habían comenzado a planear los festejos.
Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona habían salido a animar a la próxima monarca. Todo era alegría y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la infanta, la joven se levantó y sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar.
Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca alcanzó a la joven plebeya y le preguntó:
- "¿Qué fue lo te que ocurrió?, estabas a un paso de lograr la meta. ¿Por qué perdiste esa oportunidad? ¿Por qué te retiraste?".
Con profunda consternación y algunas lágrimas mal disimuladas, el joven plebeyo contestó en voz baja:
- "No me ahorró ni un día de sufrimiento, ni siquiera una hora. No merecía mi amor".
Esta es la versión de Walter Riso en el libro '¿Amar o depender?'. Y ya puestos a poner su versión te anoto aquí, aunque esté de más (mi regalo sólo era el cuento), lo que él dice sobre el cuento. Lo explica para ilustrar sobre LA RECIPROCIDAD.
En la página 117 del citado libro, Walter Riso, dice lo que a continuación transcribo, con el siguiente título:
NO TE MERECE QUIÉN TE LASTIMA
Merecer significa “hacerse digno de”. Expresiones como: “Te entiendo”, “Lo acepto”, “Lo disfruto”, “Me alegro” o “Tu amor es un regalo”, son manifestaciones de aceptación y buena recepción. Si una persona no aprecia lo que le doy, no lo comprende o no lo traduce, el amor se deshace en el camino, no da en el blanco y desaparece. Un amor que no llega es un despilfarro energético de grandes proporciones. Podríamos entenderlo del siguiente modo: “No puedo amar a quien no quiere estar conmigo. Si no me aman, no me respetan o me subestiman, no me merecen como pareja”.”
A continuación explica EL CUENTO DE ARRIBA, pero con los sexos cambiados, y acaba diciendo:
Walter Riso
¡Contundente!.
La versión de este mismo cuento, antes de leer a Riso, la saqué de aquí: EL AMOR ES COSA DE DOS... YENDO PAREJOS, TAMBIÉN, EN EL DAR Y EL RECIBIR.(foto facebook)
Y acabo ya, amig@ lector/a, con la última de las versiones. Sacada de LaRed. Desconozco autor/a. Y dice así:
Directamente sacado de la red (copiar y pegar) uno de los cuentos que más me gusta, y que ya tenéis en otra foto (la anterior de más arriba) de este mismo álbum ya publicado, pero en versión femenina... Es que, no he podido resistirme. Es que... ¡¡¡MeEncanta!!! Y no digamos ya el hecho de que esté en versión femenina. No sé cómo no se me había ocurrido antes, Jejeje. (Esta vez si se me ocurrió, por eso le cambié el sexo a la versión primera de este post) Con todo mi cariño, ahí va:
EL REY Y LA MENDIGA (aquí, la foto en facebook)
Cuentan que había una vez un rey muy apuesto que estaba buscando esposa. Por su palacio pasaron todas las mujeres más hermosas del reino y de otros más lejanos; muchas le ofrecían además de su belleza y encantos muchas riquezas, pero ninguna lo satisfacía tanto como para convertirse en su reina.
Cierto día llega una mendiga al palacio de este Rey y con mucha lucha consigue una audiencia.
§ “No tengo nada material que ofrecerte; sólo puedo darte el gran amor que siento por ti – le dijo al Rey – si me permites puedo hacer algo para demostrarte ese amor“
Esto despertó la curiosidad del rey, quien le pide que le dijera que sería eso que podía hacer.
§ “Pasaré 100 días en tu balcón, sin comer ni beber nada, expuesta a la lluvia, al sereno, al sol y al frío de la noche. Si puedo soportar estos 100 días, ¿entonces me convertirás en tu esposa?”
El rey, sorprendido más que conmovido, acepta el reto. Le dijo:
§ “Acepto. Si una mujer puede hacer todo esto por mi, es digna de ser mi esposa“.
Dicho esto, la mujer empieza su sacrificio. Empezaron a pasar los días y la mujer valientemente soportaba las peores tempestades… muchas veces sentía que desfallecía del hambre y el frío, pero la alentaba imaginarse finalmente al lado de su gran amor.
De vez en cuando el Rey asomaba la cara desde la comodidad; de su habitación para verla y le hacia señas de aliento con el pulgar. Así fue pasando el tiempo… 20 días…50…la gente del reino estaba feliz, pues pensaban “¡por fin tendremos una reina!”... 90 días… y el Rey continuaba asomando su cabeza de vez el cuando para ver los progresos de la mujer. “Esta mujer es increíble“ pensaba para si mismo y vuelve a darle alientos con señas.
Al fin llega el día 99 y todo el pueblo empezar a reunirse en las afueras del palacio para ver el momento en que aquella mendiga se convertiría en esposa del rey. Fueron contando las horas… a las 12 de la noche de ¡ese día ¡tendrían reina!… la pobre mujer estaba muy desmejorada; había enflaquecido mucho y contraído enfermedades.
A las 11:00 de la noche de aquel día 99, faltando apenas una hora para que llegara el día 100, la valiente mujer se rendía… y decidía retirarse de aquel palacio. Dio una triste mirada al sorprendido Rey y sin decir ni media palabra se marcha.
¡La gente estaba conmocionada! Nadie podía entender por qué aquella valiente mujer se había rendido faltando tan solo 1 hora para ver sus sueños convertirse en realidad ¡Había soportado tanto!
Al llegar a su casa, su padre se había enterado ya de lo ocurrido. Le pregunta:
§ “¿Por qué te rendiste a tan solo instantes de ser la reina?”
Y ante su asombro ella respondió:
§ “Estuve 99 días y 23 horas en su balcón, soportando todo tipo de calamidades y no fue capaz de liberarme de ese sacrificio. Me veía padecer y solo me alentaba a continuar, sin mostrar siquiera un poco de compasión ante mi sufrimiento. Esperé todo este tiempo un atisbo de bondad y consideración que nunca llegaron. Entonces entendí: una persona tan egoísta, desconsiderada y ciega, que solo piensa en si misma, no merece mi amor”
Moraleja: Cuando ames a alguien y sientas que para mantener a esa persona a tu lado tienes que sufrir, sacrificar tu esencia y hasta rogar… aunque te duela, retírate. Y no tanto porque las cosas se tornen difíciles, sino porque quien no te haga sentir valorado(a), quien no sea capaz de dar lo mismo que tú, quien no pueda establecer el mismo compromiso, la misma entrega… simplemente “NO TE MERECE…”
Bueno, Amor, querido príncipe, aquí te dejé hoy el regalito. Para la reflexión. Te hablo en parábolas. Para que movilice tu ser, al Rey que llevas dentro. Y puedas llegar a darte cuenta, y valorar, aquello que se te da, las riquezas de una verdadera Reina, antes de que sea demasiado tarde y la Reina levante sus reales posaderas de tu 'reino', jajaja.
Con Amor.
Y en Servicio.
Ann Love BellEn el camino de 'Las relaciones como camino'.
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-LA RECIPROCIDAD DEL AMOR. Algunos apuntes de Walter Riso.
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