SOY TU ROSA ÚNICA Y MAGNÍFICA, Y...
De mi corazón, Amor... ¡Salen tres abejas rosas!!!. Para ti, HOY.
"La Rosa Mundi, o Rota Mundi, es la rueda solar de Apolo, el Señor del movimiento, del siempre fugaz momento del presente. Es la Ciudadela Solar, la morada del Corazón, el centro simbólico del Centro Supremo, que tiene su centro en todas partes a la vez. Se trata de una puerta por la que se puede acceder a este lugar invisible con un corazón puro y un alma sin mancha." Y si un@ consigue el acceso a la rosa, y pronuncia 'la palabra perdida' ...
¡Darás con la llave que abre la puerta del Templo, Amor!!!!. Mas esto, esto, Amor... "Esto requiere una mirada interior, un enfoque intuitivo como el de la abeja que busca polinizar la flor receptiva. Si la abeja cosecha con éxito las recompensas de este trabajo amoroso, la miel va a enriquecer y alimentar a toda la comunidad de la colmena". Pero si no es este el enfoque, ni tú ni la comunidad se alimentará. Nada darás al resto, nada, y nada dejarás cuando te vayas... ¡NADA!. Aunque tú creas que sí, que eso es lo que estás haciendo. Pues, no. Así que, cuidadín si lo que quieres es entrar al Templo, Y si es así, entonces, pronuncia BIEN, con la debida vibración, "la palabra perdida".
¿Y cuál es "la palabra perdida", esa que abre las puertas del Templo, de la intersección de los mundos espiritual y físico que el DAT ROSA MEL APIBUS apunta?. Puede que sea esta que aquí te dejo: "DESAPEGO". Prueba a ver.
Pero recuerda, Amor... ¡No es lo mismo 'desapego' que INDIFERENCIA!!!. Creo que aún no lo tienes del todo claro. Así que repito, hasta agotar mi insistencia, ehhh: Desapego es INTERÉS ABSOLUTO EN EL MOMENTO PRESENTE. Cuando estás, estás, en presencia y al 101 por cien o más. Y cuando te vas, si así toca... haces como las abejas: dejas la colmena llenita de miel. La indiferencia, por el contrario, es estar sin estar, sin Presencia, sólo apariencia y marcharse sin dejar nada, claro, pues nada hay que tengas para dejar... Nada más que hiel, y no miel. ¿Entiendes ahora el porqué?. ¿El porqué de que la puerta del templo no se te abra?. La puerta del Templo se abre por vibración, y tú pronuncias 'desapego' pero vibra, en realidad, como 'indiferencia". Es la vibración, es decir, el fruto de tus pensamientos, sentimientos y acciones, todo junto, y no la palabra sola, la verdadera llave de la puerta al Templo. ¿Capichi?...
Y también te dejo, amig@ lector/a, el álbum entero de donde saqué la foto de hoy. Y el texto que compartí de las abejas, aquí transcrito. Más sobre el verdadero desapego. Es el siguiente:
El mayor ejemplo de desapego nos lo dan las abejas.
Después de construir la colmena, la abandonan. Y no la dejan muerta, en ruinas, sino viva y repleta de alimento.
Dejan toda la miel que fabricaron de más, sin preocuparse con el destino que tendrá.
Levantan vuelo hacia la próxima morada sin mirar para atrás.
En la vida de las abejas encontramos una gran lección. En general el hombre construye para sí, piensa en el valor de la propiedad, ambiciona conseguir más bienes, sufre y pelea ante la inminencia de perder aquello por lo que "luchó" para conseguir.
"Donde esté nuestro corazón, allí estarán nuestros tesoros...". Por lo tanto, no puede haber paz donde los pensamientos y los sentimientos forman una telaraña que atrapa al ser en lo que considera suyo. Esta telaraña no lo deja alzar vuelo rumbo a nuevas moradas. Y dicho impedimento vale tanto en vida como en la muerte, puesto que un simple pensamiento como "¿Quién se quedará con mi casa?", es capaz de retenerlo en una etapa que ya podría haber superado. Prisionero en un plano denso, pierde oportunidades de experiencias superiores.
Para el hombre, es normal quitarle la vida a los animales y utilizarlos como alimento. También lo es derribar árboles para elaborar conservas con su médula. Compra todo preparado y más de lo necesario. En cambio, las abejas fabrican su alimento sin destruir nada y, además, donan la mayor parte.
La lección de las abejas está en su espíritu de donación. En un acto poco común de desapego, abandonan lo que les llevó una vida construir. Simplemente lo sueltan, sin preocuparse por el destino que tendrá. Dejan lo mejor que tienen, sea para quien fuere, lo cual es muy distinto de donar lo que no tiene valor o de dirigir la donación a nuestros preferidos.
Si queremos ser libres, si queremos dejar de sufrir por lo que tenemos o por lo que no tenemos, debemos abrigar un único deseo: transformarnos. El ejercicio consiste en tener siempre presente que nada ni nadie nos pertenece, que no vinimos al mundo para poseer cosas ó personas, y que debemos soltarlas. De modo que, cuando algo o alguien tiene que irse de nuestra vida, no alimentamos la ilusión de pérdida. Adquirimos una visión más amplia.
El sufrimiento llega cuando nos aferramos a algo ó a alguien. El apego empaña lo que debería estar claro: por detrás de una supuesta pérdida se esconde la enseñanza de que está por llegar algo mejor para nuestro crecimiento. Y si no renunciamos a lo viejo, ¿cómo puede haber espacio para lo nuevo?
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Fuente texto: Hallado en LaRed, desconozco autor.