Puta o Ramera, adjetivo que, al igual que otras muchas mujeres, he tenido que escuchar de la boca de un hombre, de mi "ex".
Antes de Egipto, antes de Sumeria… antes incluso de la Historia que nos han contado… en un tiempo, que a mí me gusta llamar, “La Era de la Diosa”… cuando el Ego aún no había monopolizado la Energía, la mujer vivía en igualdad de condiciones al hombre. Participaba de la vida religiosa y lo femenino divino era bien considerado entonces. De hecho, gracias a las tablillas sumerias encontradas hace relativamente poco, sabemos que, allí al menos, en época protohistórica había templos dedicados a Diosas, y sacerdotisas, mujeres instruidas, que se ocupaban de ellos. (Los primeros poemas escritos han sido hallados en dichos templos, y la primera escritora de la historia conocida es una mujer, Enkheduanna).
Pero surgió, aún no sabemos cómo, el descrédito de estas mujeres sacerdotisas, tachándolas de prostitutas y pecaminosas; y el temor a lo femenino divino y a la sexualidad sagrada, denigrada desde entonces, con la terrible misoginia que sufrimos todas las mujeres, por ello, a lo largo de la historia conocida.
Un elocuente artículo titulado "Seduciendo al mundo de nuevo: el retorno de la prostituta sagrada"de DEENA METGER, psicoterapeuta de Los Ángeles, que el otro día leí, habla de la Prostitución Sagrada poniendo de manifiesto cómo, a lo largo de los siglos, se ha reforzado la escisión entre sexualidad y espiritualidad por resultar de interés a los sacerdotes y a las castas dirigentes que buscaron, y consiguieron así, quedarse con el poder.
Dice así:“Hace mucho tiempo, en Sumeria, en Mesopotamia, en Egipto y en Grecia, no existían burdeles ni prostíbulos. En aquellos tiempos, en esos países existían en su lugar los Templos de las Prostitutas Sagradas (…) La prostituta original era una sacerdotisa, el conducto a lo divino (…) El cuerpo y el acto sexual eran los medios de volver a entrar. Siendo el cuerpo el instrumento, inevitablemente el placer era algo que lo acompañaba, pero el atributo esencial de la sexualidad en este contexto era la oración.” (…) “no es de extrañar que, desde el principio, los primeros patriarcas, los sacerdotes de Judea e Israel, los profetas de Jehová, todos ellos condenasen a las Prostitutas Sagradas y el culto a Asherah, Astarté, Anath y a las demás diosas. Hasta la época de los sacerdotes, las mujeres eran una puerta a lo divino. Si los sacerdotes deseaban interponerse entre el pueblo y lo divino, tenían que apartar a las mujeres de aquella función. Así pues, no se trataba de que la sexualidad fuera considerada originalmente pecaminosa por sí misma (…); se trataba de que para obtener el poder, los sacerdotes tenían que reemplazar a las mujeres como camino hacia lo divino –esa puerta tenía que ser cerrada-. (…) Por eso, los sacerdotes afirmaron que lo sagrado estaba pervertido, que el camino de lo divino era el camino de la perdición.
V.Ferguson, en su novela, pone esto mismo en boca de la propia Inanna (Asherah/Astarté/Anath…) refiriéndose a la época en que Marduk , su primo, se hace con el poder destituyendo a su bisabuelo, el Dios Anu, del trono.
¡Me encanta esta historieta, que bien ilustra lo que quiero decir!.
Dice Inanna: “A salvo, y más allá de las frecuencias de tiempo del planeta desolado, nuestra familia observaba con horror cómo Marduk empezaba a apoderarse de lo que quedaba de Terra y sus habitantes. Con el tiempo se apoderó de su planeta. No utilizó ejércitos para conquistar Terra, usó la propaganda. Los sacerdotes de Marduk acusaron a Enlil de desatar el terrible Gandiva contra los indefensos humanos. Era, después de todo, la verdad y por eso Marduk hizo que los habitantes de Terra se volvieran en contra de Anu y Enlil".
"Marduk hizo todo lo posible por difamarme. Decía que yo era una bruja malvada que devoraba a los hombres y convertía mujeres inocentes en prostitutas. Como codiciaba mis templos y las tierras que poseían mis sacerdotisas, inició una campaña de difamación para destruir a estas mujeres. Mis sacerdotisas, quienes estaban muy bien entrenadas en negocios y en las artes, fueron acusadas de magia negra, de lanzar conjuros por toda la tierra. Siempre que algo salía mal, ya fuera una tormenta o una falla en las cosechas, les echaban la culpa a mis mujeres. Y Marduk se encargó de que muchas cosas salieran mal. Mis bellas sacerdotisas fueron encarceladas, golpeadas, torturadas, violadas y quemadas vivas.”
"(...) vi cómo los hombres de Marduk desfiguraban y mutilaban mis templos. Todas las imágenes de las diosas fueron reemplazadas por la suya propia. Talló su nombre en piedra por encima del mío y reescribió la historia, convirtiéndose a sí mismo en el héroe de cada cuento y leyenda. En medio de una agonía impotente vi cómo mis sacerdotisas sufrían todo tipo de humillaciones”.
(…)Marduk no se detuvo con mis mujeres; no estaría satisfecho hasta que aplastara a todas las mujeres. Para lograr esto, usó a los hombres. Les dijo a los humanos varones que ellos eran superiores, que la mujer había sido creada de la costilla de un hombre para que le sirviera. Mentiras, mentiras salían a borbotones de la boca de los sacerdotes de Marduk."A medida que las mujeres perdían su posición de respeto, los hombres a su vez perdían parte de sí mismos. Las cosas no volvieron a ser iguales. Incluso hacer el amor se convirtió en una guerra.”
"(…) El temor se convirtió en la mercancía más valiosa para Marduk. El temor imperaba: temor a la muerte, temor al castigo, temor al conocimiento. (…)Y tiranos eran; desde los gobernantes de los países hasta los administradores de compañías, la tiranía era la ley. Imponer la voluntad de uno sobre otro era la expresión más altamente valorada de la vida humana. Con la tiranía llegó su amiga, la avaricia. Y como nadie puede estar cerca de aquellos que controla, las cosas, los trofeos de la conquista y el control reemplazaron al amor. El placer se definía en términos de posesión y los objetos reemplazaron a la intimidad.”
“Sacerdotes y políticos (…) los estilos cambiaban, pero la tiranía fundamental permanecía intacta. Una garra invisible se esparció por las mentes y almas de los habitantes de Terra. La Inquisición, el sistema feudal, cientos de "ismos" (…)” que, a lo largo de la historia, han vilipendiado la energía femenina, por “pecaminosa”, y reemplazada y monopolizada por el surgimiento y la explosión del Ego, emergente tras “La Caída” como bien explica S. Taylor en su libro homónimo.
Deena Metzger, en el citado artículo, también da el mismo argumento cuando se pregunta:“¿Cuál fue el impacto en el mundo de la supresión de la Prostituta Sagrada?. No nos preocupa aquí la supresión de ciertos ritos, sino la privación de la conciencia implícita en la misma. Cesaron las prácticas que veneraban la vía femenina (…). Cuando los sacerdotes separaron el cuerpo de los dioses, separaron al mismo tiempo lo divino de la naturaleza, creando así la escisión mente-cuerpo… ¡la explosión del ego, nuevamente!...
Por ello, al igual que Deena Metzger, soy de la opinión que hay que volver a ser la Prostituta Sagrada... ("Llegar a ser la Prostituta Sagrada es estar dispuesta a sufrir la agonía de la conciencia que exige lo herético. Significa la voluntad y la capacidad de mantener una visión del mundo cuando la mayoría sostiene otra. Es comprometerse con eros, el vínculo, la conexión, cuando el mundo valora thanatos, la separación y la indiferencia.") ... y estar dispuesta a aportar lo sagrado, a quién se ha hecho profano.
Yo, en ello, estoy... ¡aceptando a la naturaleza y al cuerpo como espiritual!; honrando lo femenino incluso cuando es deshonrado o desfavorecido, acogiendo "al otro", pese a todo, para conectarlo de nuevo, desde el Amor.
Con Amor, ANN LOVE BELL