SOBRE “LA DIOSA”, como a mí me gusta llamarla.
POR : ANN LOVE BELL
¿Qué o quién es La Diosa?
La Diosa es para mí la manera de conectar con la Divinidad, la Fuente, Dios, Buda, Alá, dale el nombre que a ti te apetezca según tus creencias. Mi Yo Profundo, mi Alma, mi Yo superior o el Ser Espiritual… Hay múltiples nombres. Bueno, vamos a ver cómo te lo explico… para que, amigo lector, ni tú ni yo no nos apeguemos a las palabras tampoco. La mente siempre quiere categorizar y comparar, etiquetarlo todo, y controlarlo, y le cuesta cesar en ese empeño. Pero la mente jamás nos dará la solución, pues ella misma es el problema. La Diosa es más un sentimiento (y/o vivencia) que un entendimiento. Y tiene que ver con sentirse cada vez más pleno, o más completo, más feliz. Yo puedo hablarte a través de mi experiencia interior, y por ello me es difícil, a veces, ponerlo en palabras pero voy a intentarlo, ¡vale!. Aunque te pido que vayas más allá de éstas palabras, si quieres entenderme… ¡Ok!... ¡Sé que lo harás!.
Hay múltiples nombres, pero básicamente estamos hablando de esa parte nuestra que está más cerca de la Fuente. Por eso a mí me gusta llamarla La Diosa, pues cuando medito en el Creador Principal lo que me viene es una vibración femenina muy clara. Siento su presencia cuidadora amorosa en mí, Ella es la fuente que sostiene todas las cosas, nos ha cuidado desde antes del comienzo del tiempo y es el “pegamento” de la Creación. Es la Diosa Madre, y representa el principio del Amor y de la Creación, y le podemos dar el nombre que queramos. No obstante, la mayoría de nosotros hablamos de lo mismo, de la Divinidad, de la Fuerza creadora e impulsadora de la Vida (o Dios/a Espíritu-Fuerza)… y eso es, lo que vendría a ser, “La Diosa” para mí.
Para algunos este concepto es difícil de asumir, ni siquiera lo pueden considerar. Sé, por propia experiencia, que este concepto es especialmente difícil para las mujeres, pues nos cuesta mucho creer – ¡Al menos, así fue en mi caso!- que una entidad, llena de poder, recorra nuestra biología; una entidad parecida a nosotras mismas. Para los hombres es muy chocante pensar que, tal vez, una vibración femenina sea la fuente de todas las cosas.
Pero, La Diosa se encuentra en las células de nuestro Ser… pues todos, tanto hombres como mujeres, llevamos a la Diosa dentro. Ella nace a través de nosotros, hombres y mujeres. Y ahí es cuando ya no podemos negarla más. Es un nuevo nacimiento, está vez espiritual, donde la diferencia entre el antes y el después es algo parecido a vivir dormidos o despiertos. Lo espiritual está más allá de los credos e ideologías, más o menos estrechas, a lo largo de los tiempos.
Lejos de las piedras angulares de muchas de nuestras religiones actuales (por ejemplo: judaísmo, cristianismo, islam… etc.) que creen que Dios está separado de los seres humanos, renace el concepto de que “Dios” está en nuestro interior… esta es la “religión de la Diosa”, la espiritualidad primordial que retorna. Y digo retorna, porque yo soy de las que ha sentido, y visto, en mis experiencias internas, como esa “civilización” (La Era de la Diosa) existió. Primero fueron seres humanos individuales los que hicieron el descubrimiento y ahora, creo, es un desarrollo evolutivo colectivo. Te puedo decir que, para mí, también fue un descubrimiento (o redescubrimiento, como el Reiki) posterior a mis iniciaciones Reiki. Soy practicante Reiki desde el 1999 y ninguno de mis maestros me habló jamás de la Diosa. Por lo cual, huelga decirte que –aunque para mí Todo es lo mismo, pero con diferentes nombres- son pocos, por no decir poquísimos los reikianos que hablan de la Diosa. No obstante, todos hablamos de lo mismo, de la Fuerza o Dios Espíritu-Energía… y eso es, lo que vendría a ser, “La Diosa”… o la Era de la Diosa, que retorna ahora con fuerza.
Te hablo de sociedades armónicas, cooperativas, con relaciones igualitarias y equilibradas entre los sexos -¡la dominación estaba completamente ausente, y ningún sexo oprimía al otro!-, libres de guerras y de desigualdades sociales, donde el cuerpo también estaba libre de “pecado” y se cuidaba y veneraba a la Naturaleza (no a los Dioses -¡en el sentido antropomórfico que nosotros atribuimos a ese término!-, eso es un concepto posterior) pues cada árbol, cada roca o cada río, están animados por el espíritu-fuerza en todas las cosas.
Esta creencia en Dios espíritu-fuerza es, según mi opinión, la “vieja religión” anterior. Aunque el movimiento patriarcal cambió nuestra historia relegando a la Diosa a los murmullos de los mitos y leyendas, yo he tenido experiencias transracionales vividas sobre ello… dónde todo se haya entretejido en un Todo Orgánico, Vivo y Sagrado, en el que todos los entes estamos entrelazados y compartimos la Soberanía o “Santidad” de la Fuente Original, del Tao, el logos o… como quiera que se designara ese principio único del que toda la realidad es manifestación. En este sentido, aunque la denomine Diosa, no podemos hablar de antagonismo entre sexos, y sí de Comunión.
La Diosa es un símbolo de la plenitud, la benevolencia y la fecundidad de la naturaleza, una hermandad natural, una consanguinidad que conectaba al ser humano con el Todo y todos los entes, pero que pasó a un segundo plano cuando los dioses masculinos irrumpieron en escena, reemplazando el antiguo sentido de participación natural por el deseo de dominación. Hay un momento, en la historia humana que aún no nos han contado, dónde se produce esta transformación y aparecieron por doquier la guerra, el patriarcado, la desigualdad social y otros procesos que se pueden englobar todos en lo que STEVE TAYLOR llama “La Explosión del Ego” en su libro:
La Caída. Indicios sobre la edad de oro. La Historia de seis mil años de locura y el despertar de una nueva era. Del cual creo haberte ya hablado, ¿verdad? , pues ha aparecido en mi vida hace tan sólo unos meses y tengo su lectura muy reciente y en la memoria, por haberme aportado evidencias científicas de lo que yo sentía en mi interior. Te recomiendo su lectura, aunque es algo densa por ser un ensayo lleno de referencias bibliográficas y de estudios arqueológicos, sociológicos, psicológicos e históricos. Naturalmente hay cosas en las que no estoy de acuerdo, sobretodo en algunas explicaciones, pero me gusta su exposición de los hechos… que yo, he sentido y vivido reales. Y aquí es dónde podría entrar los antagonismos entre sexos o la dualidad, teniendo sentido sólo entonces.
Pues con la pérdida de conciencia del espíritu-fuerza la mentalidad masculina y femenina parecen haberse distanciado… -¡En ocasiones, hasta años luz!.¡Sólo hay que mirar la historia, para ver cómo las mujeres han sido vilipendiadas y oprimidas durante siglos!-… y el afán de dominación y de posesión haberse instaurado, como consecuencia de la desconexión de la Fuente. La fuerza femenina se tuvo que sentar en el asiento trasero. Las antiguas leyes religiosas decían que había que castigar a las mujeres por intentar conseguir la libertad sexual. Las mujeres pusieron en duda la propia fuerza vital que hay en ellas y si realmente tenían una influencia sobre sus funciones.
La Diosa es un Ser que lo permite todo. A lo largo de eones ha permitido que pasen todas estas cosas para que todo el mundo pudiera aprender. La Diosa es muy generosa. Se ha quedado entre bambalinas durante la batalla patriarcal pues sabe que ella es la fuerza creativa detrás de todas las cosas y que todas las cosas han de volver a ella en algún momento. En su generosidad, permite que las cosas sean así.
Había una tradición de miedo en torno a los malentendidos del poder femenino. El miedo al misterio que hay en las mujeres se tiene que extinguir. Este es tiempo de compañerismo; es tiempo de relaciones. Yo todo esto lo descubrí gracias a la relación con un hombre, el padre de mi hijo pequeño, que me hizo vivir de forma extrapolar, todo este “escenario” histórico, en mi propia vida. En En Pos de Mis Sueños (Parte I), relato autobiográfico, te lo cuento. Es una experiencia íntima más allá de lo racional, un renacimiento, que, una vez sucede, ya no tiene marcha atrás. En mi caso concreto, este nacimiento en Mí, en la Diosa, llegó acompañado de un amor irresistible con acontecimientos dolorosos e inesperados, que me impulsó a hacer cosas que nunca antes había contemplado hacer.
Invité a la Diosa para qué me enseñara qué es la Vida, y Ella comenzó a Trabajar conmigo profundamente. La energía de la Diosa trabaja con nuestro corazón para mantenerlo abierto. La energía de la Diosa se mueve muy rápida y está dispuesta a trabajar con todos aquellos que quieran recordar su llamada. Sus instrucciones dicen que debemos honrar a nuestro cuerpo aquí en la Tierra y a nuestra sexualidad, porque todos hemos sido creados mediante este proceso. El trabajo primordial de la Diosa consiste en relacionarse. Es así como crecemos. No siempre crecemos cuando estamos solos. Nosotros a lo mejor pensamos: «Oh, tengo más paz y tranquilidad cuando estoy en casa. Tengo más tiempo para estudiar. Tengo más tiempo para trabajar conmigo mismo y puedo hacer lo que quiero». Es verdad, y también tenemos todo el tiempo del mundo para evitar el crecimiento que supone cualquier relación.
Nacer a la Diosa se trata de una experiencia en la que, de pronto, como mínimo, atestiguamos que somos algo más que una mente pensante y que nuestra vida es un acertijo complejo que se resuelve cuando sabemos que no podemos resolverlo. Al ser conscientes de eso nos damos a La Diosa y ella entra en escena. La Diosa en Mí, no tiene voz; aunque yo diga que la Diosa dice, en realidad no es así, es siempre silenciosa. Cualquier voz, sin importar cómo suene, es del pasado. Hasta las palabras más santas son mensajes de la mente. La Diosa es un conocimiento sin palabras que claramente se nos revela y nos impulsa, normalmente, inmediatamente a la acción. Siempre hay una comunicación silenciosa entre mi yo pequeño y La Diosa, mi Ser más elevado. Ésta envía mensajes y, poco a poco, los mensajes se van haciendo más claros a medida que la fe crece. Pero son mensajes sin palabras, que indican cómo actuar. Mensajes de una Presencia, a la que nos rendimos, aunque tal vez nunca percibamos con los físicos sentidos, pero que nos ve, nos conoce y nos guía.
Lo más difícil para el yo pequeño, o ego, es abandonar toda necesidad de controlar. Siempre tenemos la tentación de decir que sabemos mejor que Dios qué es lo mejor, así le damos órdenes en lugar de confiar. “Todos somos Uno” dice que la vida está entretejida con el todo; todo lo que vemos alrededor expresa una faceta distinta de la misma unidad. Esta lección es la primera que la Diosa nos revela, porque establece de qué se trata el juego: de ir más allá de la separación. En la separación no sentimos el respaldo del espíritu, por lo tanto, nos sentimos solos en la lucha. Cuanto más estemos dedicados a la lucha, y menos al Amor, más profunda se hace la separación. La salida consiste en entregar una parte de la vida diaria a Dios/a. ¡Las cosas tienen que cambiar! Y, la verdad, es que la Diosa está orquestando los sucesos como parte de la solución. En todo nivel, la vida es capaz de conducirse sin interferencias. Ella Bien Sabe. Nosotros no tenemos qué hacer más que confiar y fluir con ella siguiendo sus impulsos. Cuando uno despierta y accede a esa vivencia interna, que La Diosa Es, independientemente de cómo le llamemos, entonces uno sabe que ha vuelto a nacer porque ya no vivirá más de lo mismo, actuará y no reaccionará ya al Caos del Mundo. Es algo así como: “Vivir en este mundo pero sin ser ya de este mundo”.